Pero sí lo hace. Y el problema no es tuyo, señor programador. Sabemos de la importancia de sentarse delante de una pantalla y de aporrear un teclado para que todos esos algoritmos, funciones, script y demás parafernalia, haga lo que has entendido que tiene que hacer, pero no te engañes, tú no entiendes al cliente y el cliente no te entiende a ti por mucho que te esfuerces.
El problema es otro. El problema es que el diseñador web no la ha metido mano.
El diseñador web… o vulgarmente conocido como el hombrecillo que te hace las cosas bonitas. Sí, ese que te dice que es mejor que tal campo esté en la parte superior de la pantalla y bien grandecito (¡que se vea!), a que esté escondido en la parte inferior izquierda de la pantalla sólo porque sea más cómodo de programar. Créeme, yo te entiendo, y el cliente quiere entenderte, lo desea, pero tú sólo no puedes, y yo soy tu única esperanza. Fíate de mí.
Ahora sí, pongámonos serios. Es bien sabido que la imagen hace mucho y en empresas con profesionales con unas capacidades muy específicas, se hace necesario que cada uno haga lo que realmente sabe hacer para que los proyectos salgan rentables.
Un programador solo difícilmente va a satisfacer todos los requisitos que exige un cliente, igualmente un diseñador tampoco lo hará. Si en tus proyectos implicas a un diseñador, las probabilidades de que un cliente salga satisfecho aumentan considerablemente. Además, incluso a los propios programadores les ayudará a que sus tiempos de desarrollo disminuyan, ya que su cabeza no tendrá que estar en dos mundos diferentes y así podrá centrarse en lo que realmente saben hacer bien.
Arturo Moreno – Diseñador web en Netkia